domingo, 17 de marzo de 2013
El caso de Juan
Juan tiene un año y medio de edad, y es su primer año de escuela infantil. Ana es su maestra y el resto de niños/as de la clase, que tienen la misma edad que Juan, han empezado a dar sus primeros pasos y algunos tienen una considerable autonomía, él apenas se pone de pie, ni siquiera ayudándose con un objeto o con su ayuda. Ella está preocupada.
¿Crees que debería preocuparse? ¿Como actuarías?
La preocupación de Ana es comprensible ya que con año y medio es extraño que un niño no ande, pero no quiere decir que tenga problemas motores. Cada niño tiene un grado de madurez diferente unos andan antes que otros la simple diferencia de dos niños nacidos en el mismo año pero que se llevan tres mese es de edad entre ellos se nota mucho.
En mi opinión Ana debería de preocuparse lo normal en este caso e informar a sus padres para que acudieran al pediatra y asegurarse de que el pequeño no tiene problemas motores. Una vez sepan que le ocurre a Juan en el caso de que le ocurriera, Ana debería de hacer sesiones de psicomotricidad o ejercicios que estimulen a Juan para que de sus primeros pasos y hacer todo lo posible por que el niño madure adecuadamente sin forzarlo. Hay que darle su tiempo debido que no todos los niños son iguales, quizás en este caso solo se deba a inmadurez motora del niño, que se pondría remedio estimulando en la escuela infantil y en casa todo lo posible al pequeño ya que esta es una tarea conjunta de los padres y de los educadores, ya que estos nos confian a sus hijos para que adquieran un cierto grado de autonomía pero sin su ayuda nuestra labor es insuficiente.
El caso de Elena
Elena tiene 15 meses de edad y desde los 12 meses acude a la escuela infantil. Miguel es su
maestro y está preocupada porque Elena no dice ni una palabra a diferencia de todos los demás niño del
aula que ya dicen palabras. Además, muchas veces le cuesta atraer su atención, tiene dificultades para
controlarse y comportarse de acuerdo con las normas, aspecto que, muchas veces, dificulta el correcto
funcionamiento del aula. Tal y como ella ha estudiado, los niños/as empiezan a pronunciar las primeras
palabras hacia el final del primer año de vida, y, entre los 18 y los 24 meses, aparecen breves frases
compuestas de más de dos vocablos. Por lo tanto, no le cuadra nada... Ha comentado esta situación a
sus compañeras/os de trabajo y se ha barajado la posibilidad de que pueda tener un déficit auditivo.
También ha realizado una reunión con sus padres, la cual ha tardado un mes para que se realizara. Son
padres primerizos y muy jóvenes que trabajan y no encontraban un momento para hablar con Miguel.
Según ellos, los primeros balbuceos de Elena empezaron hacia el año, aunque no estaban seguros
porque únicamente ven a la niña por la noche para darle el biberón y dormir. El resto del día, Elena está
con su abuela que tiene 80 años y que con grandes esfuerzos pero con mucho agrado se ocupa de la
niña. En la reunión Miguel sugirió la posibilidad de que la niña tuviera problemas auditivos, aspecto
que alteró un poco a los padres. Tras la conversación, los padres afirmaron que llevarían a Elena al
pediatra tan pronto como pudieran.
Ahora Miguel, se plantea cómo poder atender a Elena de forma adecuada y muchas dudas le
pasan por su cabeza: ¿cambiarla de clase con los más pequeños?, ¿castigarla o premiarla?, ¿cambiarla
de sitio?....
El caso de Elena en cierto modo es habitual ya que hay niños con ciertos deficits que son difíciles de diagnosticar como en el caso de Elena, hay niños que tardan mucho en decir sus primeras palabras, cuando excede de los 18 meses ya es preocupante y extraño que no hable.
Miguel ha hecho bien en preguntarle a sus compañeros ya que nunca biene mal otras opiniones, pero realmente el que tiene que diagnosticar y poner tratamiento es el pediatra o un medico especializado en el deficit que tenga el pequeño ya sea un otorrinolaringologo, un oculista, etc.
En cuanto a la reacción de los padres, es comprensible ya que son primerizos. Quizás han tardado tanto en darse cuenta porque ellos trabajan y la niña pasa muchas horas con su abuela de 80 años, la mujer obviamente no es joven y no puede estar al 100% con la pequeña Elena y talvez la señora no se haya dado cuenta de que su nieta tiene claros problemas de audición.
En mi opinión lo que debería de hacer Miguel es habilitar el aula para que la pequeña este cómoda y no se sienta desplazada de sus compañeros. A la hora de dar las clases debería de acercarse más a la niña o cambiarla de sitio para que así le pueda oírle mejor, no tiene que cambiarla de clase y mucho menos castigarla ya que hasta que la pequeña no tenga un tratamiento, no cambiará su comportamiento.
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